21 de marzo de 2011

La pobreinfeliz del 5°

La pobreinfeliz del 5° es una de las pocas vecinas que conozco.
Y claro está, por circunstancias inevitables.

Cuando me mudé, vino a saludarme y se presentó toda emocionada, parecía unabuenachica, como dijo mi mamá, pero a mi no me engañó. Tenía demasiada cara de pajarito sin nido como para hacerme creer justo a mi que sería bondadosa y agraciada; no, señores, yo me di cuenta desde el principio que sería un ser malévolo y oscuro, y potencialmente peligroso. 

La primer catástrofe que me hizo atravesar la pobreinfeliz fue por el lavarropas.
 En mi edificio hay un lavadero, y el uso del mismo está regulado por turnos para cada departamento. 
 Cada persona civilizada respeta su turno y si no puede se jode, lleva la ropa a Laverap o la lava a mano. 

Pero la pobreinfeliz del 5°no.  Ella no respeta nada.  Ella siempre tendrá alguna emergencia que justifique sus atropellos. Y justo conmigo se vino a topar. 

La primera vez que vi que alguien habia quitado mi ropa del lavarropas antes de que terminara el secado y dentro de MI turno, me pareció una casualidad, no le dí mucha importancia. La segunda vez me preocupé en serio y pensé cómo investigar quién era. La tercera, la cosa se puso seria. Saqué toda su ropa del lavarropas, tal como estaba, porque aún era MI turno, e inspeccioné minuciosamente cada prenda, para ver a quién podían pertenecer.

 Ésa fue la época durante la cual dejé de mirar para otro lado si veía a un vecino y, por el contrario, me dedicaba a mirar cómo estaba vestido cada uno, no pensaba parar hasta dilucidar quién era el culpable de semejante atrocidad.

 No me llevó mucho tiempo descubrirlo. Tanta bombacha rosa, tanta media con borde de broderie, tanta remerita de Sail y Julien, sólo podían pertenecerle a ELLA, la pobreinfeliz del 5°. 

Un post it en su balde con amenaza de muerte si volvía a usar el lavarropas durante mi turno bastó. 
Nunca más me sacó la ropa. Fin de la cuestión. 

O eso pensaba yo. Pero no.

  Hace unas semanas, un sábado a las 9 de la mañana, sonó insistentemente el timbre. 
Yo pensé que se estaba incendiando el edificio, o que estaba ocurriendo alguna catástrofe, e intercepté por dónde andaban mis gatitos y manoteé mis libros favoritos en caso de que tuviéramos que evacuar el edificio de manera urgente.  

 Me dirigí a la puerta en estado alerta, lista para saltar al vacío por la ventana, esperando del otro lado a un bombero bienhechor o un policía que me indicara qué hacer. Desperté de un grito a minovio y me dispuse a abrir. 

  Era ella. La pobreinfeliz del 5°. Yo me quedé dura. No reaccioné. 

lapobreinfeliz del 5°
-disculpamequetemolesteaestahora, pero necesito un favor urgente

Yo, atónita,con los ojos abiertos como dos platos, no llegué a responder, sentía la lengua dormida.

lapobreinfeliz del 5°
-yo sé que es tu turno del lavarropas, y como no quiero tener problemas, venia a preguntarte si por favor puedo meter en tu lavado estos dos repasadores.

 Al principio, ante lo insólito de su pregunta pensé que se trataba de una broma. 
Juro que sentí tal parálisis del habla que no pude contestar.
Sólo podía mirar cómo se movía su boca mientras me decía semejante estupidez mientras estrujaba entre sus manos dos repasadores con estampado de Mamá y Papá Ganso con unos sombreros celestes paseando a todos sus gansitos. 

Ella prosiguió a explicarme: 

lapobreinfeliz del 5°
-Es que tengo que ir a visitar a mis papás y no llego a lavarlos, y no me quiero ir con los repasadores sucios, quizás puedas meterlos en tu lavado...

Yo, aún sin responder, me fijé si tenía a mano algún elemento contundente, algún florero o algo así para molerla a palos por despertarnos un sabado a la mañana como una desquiciada por dos repasadores de morondanga, pero reconozco que me desconcertó tanto, me pareció tan desopilante su pedido que me costó reaccionar. 

Entonces la miré fijamente: alta, flaca, con los ojos saltones, solterísima. La cara totalmente despejada como si se hubiera levantado hacía 6 horas, el pelo prolijamente acomodado con miles de hebillitas a los costados de la cabeza. Una bata rosa de plush primorosamente bordada con cinta rosa bebé, pijama de satén blanco y pantuflas de toalla iguales a la bata. Uñas en francesita. 

 Yo tenia una media de cada color, el equipo de racing de minovio cuando era chiquito y las uñas naranja  fosforescente. Completamente despeinada  y con las marcas de la almohada en los cachetes. 

  Ella seguía ahí paradita y nerviosa, estrujando los repasadores de Mamá Ganso toda compungida, aguardando como un condenado mi veredicto sobre el lavarropas. 

  Casi la empujo por las escaleras pero pensé en la cara de mipapá, que es el dueño del departamento; me podía llegar a matar si le causaba más problemas de este tipo. 

  Ponerme a discutir o simplemente contestarle era perder el tiempo y legitimarle que viniera a molestarme un sábado a la mañana. Era darle letra para sus estupideces de solterona desquiciada. 

Así que hice lo que tenía que hacer. No me quedó otra: le cerré la puerta en la cara y seguí durmiendo. 

3 comentarios:

  1. ajjaja nena me acabas de alegrar este feriado para mi 100% laboral jajaja
    Buenisimo el post y una yegua esa vecina!

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  2. que loca por favor....con vecinos asi, yo haria lo mismo!

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  3. Están ahí, pesados, molestos, con ganas de hablar, sacar un tema de conversación, ALGO, en realidad están ahí para recordarte lo bueno que resulta hacer meditación y que de vez en cuando (cuando ellos parecen) es bueno sacarla a flote y hacer OOOOOOOOOMMMMMMMMM. Creeme que lo conozco y son de lo "pior"... Saludos!

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